Museo Q es un museo anormal, rarito, sin muros y en constante tránsito. Es una iniciativa museológica de la sociedad civil, sin ánimo de lucro, de carácter voluntario, con la misión de recuperar, comunicar y visibilizar las historias y las memorias de personas LGBTIQ como parte del relato nacional.
Creemos profundamente que los museos [con o sin muros] tienen el potencial suficiente para subvertir cánones, transformar estereotipos y promover avances en los derechos humanos. Son lugares ideales para afrontar de manera directa, propositiva e incluyente vidas que históricamente han sido marginadas y en algunos casos deliberadamente silenciadas. Museo Q no tiene una sede permanente, sin embargo, activa espacios [físicos y virtuales] y se asocia con otras instituciones para crear proyectos y procesos desde narrativas alternas, como actos de resistencia y resiliencia.
La memoria es un escenario complejo que se construye desde múltiples voces: quienes vivieron, quienes viven y quienes construirán nuevas memorias. Hacerse visible en los relatos y no resignarse a la violenta invisibilización de las vivencias causa siempre incomodidad. Expresar que nuestras memorias importan es un acto constante de resistencia al olvido, al ostracismo y a la negación. Nuestras vidas y nuestras muertes hacen parte de estas memorias. Ni la forma en que transitamos por la vida, ni la manera en que llegamos a su fin, pueden ser motivo de vergüenza, de miedo o de rechazo. Todos los museos, con o sin muros, tienen el potencial suficiente para subvertir cánones, transformar estereotipos y promover avances en los derechos humanos. Todos los museos, independientemente de su colección, estructura institucional, presupuesto o localización, pueden ser capaces de abrir el diálogo en torno a experiencias de vida marginadas, ocultadas y, a veces, deliberadamente eliminadas. Si los museos, como lo han afirmado algunos autores, no son espacios neutrales sino, al contrario, dispositivos sociales, políticos y culturales que deciden qué coleccionar y qué exhibir, hay un sinnúmero de oportunidades para continuar cuestionando e incomodando.
Museo Q es un museo en tránsito. Es un proyecto de museología, una intervención curatorial, una cartografía colaborativa, un ejercicio pedagógico, una acción memorial, una plataforma para artistas y una narrativa LGBTQI+ en permanente construcción. Museo Q opera bajo tres conceptos:
Después de cuatro exhibiciones artísticas (Lo que se ve no se pregunta, 2016 y 2018; Lluvia de sobres, 2017; Libido, 2018), un proyecto web de memoria histórica (Mundanzas, 2017), un proyecto pedagógico de botánica (Leer las flores: breve historia queer de las plantas, 2018 y 2019), una acción conmemorativa con población trans (Quemando mariposas, 2019), una serie de residencias virtuales para artistas LGBTQI+ (Residir, 2020), presencia en el Museo Nacional de Colombia (Sala “Hacer Sociedad”, 2019), múltiples colaboraciones y alianzas institucionales (Instituto Goethe, ICOM Colombia, British Council), y la participación en distintas conferencias, publicaciones y entrevistas, Museo Q resalta tres aprendizajes:
Después de varias décadas de una violencia imparable que sin duda ha afectado a la mayoría de personas en Colombia, existe una esperanza latente en que la sociedad en su conjunto pueda trascender y dejar atrás unas formas de vida llenas de prejuicio y miedo. Aunque Museo Q jamás ha sido objeto de censura, sabemos que es un privilegio que se hace tangible existiendo en ciudades como Bogotá y Medellín. Reconocemos que en otras ciudades colombianas el contexto puede ser diferente, incluso hostil. Pero precisamente, por medio de diferentes estrategias, plataformas y mecanismos, esperamos seguir transitando, motivando e inspirando a otros trabajadores de museos, curadores, historiadores, coleccionistas, artistas y visitantes. Ahora somos conscientes que nuestra existencia inspira, así como las existencias de personas LGBTQI+ nos han inspirado
«Dicen que lo que se ve no se pregunta” fue la respuesta que en 2002 el cantante mexicano Juan Gabriel dio a un periodista que le preguntó si era gay. Después de una evidente molestia, un coqueteo inofensivo y una respuesta ambigua, a sus 52 años este hombre latino se aferraba a la posibilidad de narrar su existencia en sus propios términos»
En 1976, cuando aún era penalizada la homosexualidad en Colombia, el escritor antioqueño León Zuleta publicó en un periódico la historia de un Movimiento Homosexual Colombiano con 10.000 miembros en el país. Una fantasía producida por el único miembro que hizo pública su vida, la misma que fue eliminada en 1993.
Afirmar la existencia, atreverse a decir “yo soy”, implica la pretensión de ser oído, visto y reconocido. Sin embargo, para muchos, existir exige un proceso continuo de encubrimiento y revelación.
El clóset es un lugar de escondite y descubrimiento. Como espacio, se amplia y se reduce, nunca es estático. Sin clóset no hay salida pero tampoco hay invención, porque la oscuridad del clóset propicia cierta indefinición que genera diversas formas de existir. Ese escondite también permite maneras de narrar sin depender del contenido. Relatar la propia existencia requiere, para muchas, saber cómo enunciarse sin decir “yo soy”.
Actualmente Colombia intenta dejar atrás desigualdades y formas de exclusión que durante muchos años han caracterizado la historia nacional y que, como consecuencia, han hecho invisibles muertes que no han sido lloradas y vidas que no han sido exhibidas en los muros de nuestros museos. Esta búsqueda y reconocimiento de las historias y las memorias de vida de personas fuera de la heteronormatividad y el privilegio cis, es precisamente donde Museo Q, y el proyecto Moviendo el Q, se inserta.
En octubre de 2016, gracias a una beca del Instituto de las Artes de Bogotá, logramos inaugurar nuestra primera exposición titulada Lo Que Se Ve No Se Pregunta, un proyecto que empezó a gestarse desde 2014. Durante tres semanas, a través de grabados, fotografías, dibujos, videos y material efímero que hace parte de la Colección de Museo Q, mujeres y hombres se acercaron para compartir y relatar momentos de discriminación, miedo, violencia, resistencia y alegría. Museo Q creo un espacio para existir.
Esta exposición, con varios elementos participativos, se convirtió en un mecanismo para expresar sentimientos, pensamientos y posibilidades. Fueron los visitantes quienes sobre un mapa de Bogotá, indagaron por las sexualidades no normativas de desplazados por la violencia, de conocidos en la vecina Tunja y de amigos y amigas en Medellín o Barranquilla. Dibujaron aviones y letreros de otras latitudes para gritar que nuestras memorias importan.
Para quienes no hayan tenido la experiencia, salir del clóset no es un antes y un después. Es la vivencia, continua, aunque no repetitiva, de las expectativas positivas y negativas, construidas cuando se estaba adentro, y la confirmación de los miedos que nos hacen permanecer en ese lugar, muchas veces seguro.
Tal como sucede al salir del clóset, cada declaración pública, en el hogar, en la oficina, en la universidad o en el colegio, genera nuevas memorias y experiencias que son inéditas. De igual forma, ésta exposición como ejercicio museológico participativo, construye narraciones inexploradas con las visitantes, los artistas y las habitantes de las ciudades donde se exhibe.
Museo Q quiere itinerar Lo Que Se Ve No Se Pregunta, comenzando en Medellín, la ciudad donde la ficción de León Zuleta tomó vuelo hace más de 40 años. Queremos tomar partido de nuestra inexistente sede para salir del clóset bogotano y descubrir las vidas de personas en otras realidades. Reimaginar el museo nos obliga a redibujar los límites geográficos que demarcan los orígenes institucionales. Queremos dar lugar a las acciones locales y a las experiencias vitales que dejen entrever otros cuerpos, con las violencias y las polémicas que conlleva hacerlo en contextos antagónicos. Reimaginar el museo demanda tomar posición, defender la voz y celebrar las divergencias. Queremos soñar y pensar que Museo Q pueda trabajar con el Museo de Antioquia, con el Museo de Arte Moderno de Medellín o con Parque Explora, y así también, en un futuro, con el Museo Canadiense de Derechos Humanos. Moviendo el Q puede ser un ejercicio en pareja, en trío o en grupo. Reimaginar el museo permite intercambiar experiencias, cooperar con aliados y fortalecer los lazos que nos unen. Moviendo el Q puede construir puentes con aquellas que se sienten alejadas y distantes de vidas que desconocen.
Así como sucedió en Bogotá, invitaremos artistas locales, realizaremos grupos focales para involucrar comunidades y durante la exposición, construiremos juntos una cartografía que revelará esa otra ciudad, ajena para muchos ojos, porque sin duda cada ciudad también es testigo de las formas en que se reafirma la existencia. Sin embargo, cada itinerancia no será igual, porque no es lo mismo vivir y salir del clóset en Medellín que, en Cartagena, Amazonas o Bogotá.
En tiempos de reconciliación, la relevancia de los museos en términos pedagógicos es colosal. Cualquier museo, indistintamente de su colección, estructura institucional, presupuesto o localización, puede ser capaz de abrir el diálogo en torno a experiencias de vida marginadas, ocultadas y a veces, deliberadamente eliminadas.
Moviendo el Q es un acto de resistencia al olvido, al ostracismo y a la negación. Renunciemos, juntos, a la violenta invisibilización de nuestras vivencias. Nuestras vidas y nuestras muertes hacen parte de estas memorias. Ni la forma en que transitamos en la primera, ni la manera en que llegamos a la segunda, pueden ser motivo de vergüenza, de miedo o de rechazo.
Somos un museo sin sede, pero con arraigo, un museo sin dinero pero con intención, un Museo Q para agitar, existir y transformar.
EL MUSEO Q Y UNA NUEVA COLECCIÓN LGBT EN EL MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA
Autoría: Museo Q
¡Museo Nacional tan grande y patriarcal! fue la consigna que gritó Museo Q en la marcha por la ciudadanía plena LGBT de 2016 frente a la ausencia de representaciones de este sector social.
En 2015, el Centro Nacional de Memoria Histórica reportó 1795 personas LGBT como víctimas del conflicto armado en el informe Aniquilar la Diferencia. De igual forma, estableció que el 89% fue víctima de desplazamiento forzado, el 20% recibió amenazas de muerte, el 7% fue víctima de asesinato selectivo, y el 4% sufrió violencia sexual. Es importante aclarar que muchas de ellas vivieron múltiples actos de violencia y que existe un incalculado subregistro.
En 2018, Colombia Diversa y Caribe Afirmativo, dos entidades que trabajan por los derechos de personas LGBT en Colombia, afirmaron que el reconocimiento legal de derechos no ha representado un impacto significativo en la disminución de violencia contra personas LGBT. En un informe reciente, estas organizaciones contabilizaron 109 muertes solamente en 2017. Por tanto, pese al Acuerdo de Paz, los avances en materia legal y la reducción de homicidios en el país en los últimos años, la violencia contra lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas no cesa.
En este contexto, a finales de 2014, nació Museo Q. Un museo anormal, rarito, sin un espacio arquitectónico definido, pero con la misión de visibilizar historias y memorias relacionadas con las identidades y las expresiones de género así como con las orientaciones y las sexualidades no hegemónicas, como parte esencial del relato nacional. Museo Q cree profundamente que todos los museos, indistintamente de su origen, tamaño o colección, tienen el potencial para subvertir estereotipos, transformar perspectivas y promover avances en los derechos humanos. Si algo han comprobado investigaciones recientes en el campo museológico y curatorial es que las narrativas que exhiben los museos pueden tener sesgos machistas, androcéntricos, patriarcales, heteronormativos o ciscentrados. Los museos no son neutrales. Al contrario, escogen y deciden constantemente qué mostrar, cómo mostrarlo y qué excluir.
A la fecha, Museo Q ha logrado desarrollar exhibiciones sobre ‘salir del clóset’ (Lo Que Se Ve No Se Pregunta, 2016 y 2018, con el apoyo de IDARTES), el matrimonio igualitario (Lluvia de Sobres, 2017, con el apoyo de ARTBO) y el erotismo en el arte (Libido, 2018, con el apoyo del MamBo). De igual forma, el museo ha promovido diálogos y reflexiones en la Universidad de los Andes (II Encuentro Internacional de Estudios Críticos de las Transiciones Políticas: La Vida Cotidiana como Problema para la Paz, 2014), en la Casa Museo Quinta de Bolívar (Coloquio Académico: Afecto y Emoción en el Museo, 2015), en la Feria internacional del Libro de Bogotá (Cuerpos Diversos y Diversas Capacidades, 2017) y recientemente en la Universidad de Puerto Rico (Sites Queer, 2019). Museo Q ha ganado concursos (Museo Reimaginado, 2017) y ha desarrollado material pedagógico (Leer las Flores, 2018, para el Jardín Botánico de Bogotá) para descubrir que la diversidad es natural.
Aunque para muchos museos las exposiciones son su corazón, para Museo Q el corazón ha estado en la calle, participando de la Marcha por la ciudadanía plena LGBT en Bogotá desde 2015. Es el único museo en Colombia que acompaña esta conmemoración. Cada año, con una camiseta distintiva, han salido a las calles para caminar, comprometidos con quienes sufren violencia pero que a través de las artes y la cultura han dejado y continúan dejando huella en la historia nacional.
En 2016, después de la marcha, el Museo Nacional de Colombia contactó a Museo Q para informarles que en su plan de renovación existiría una sala sobre organizaciones sociales y en la cual la población LGBT tendría por primera vez un espacio en el museo más antiguo del país. Ese plan se hizo realidad a finales de 2018, cuando el Museo Nacional de Colombia abrió al público la sala Tejido Social, Voces y Confrontaciones con la cual “presenta condiciones históricas de organización social y política del país”. Diversos objetos relacionados con la población LGBT, entre los que se encuentra la primera camiseta usada por Museo Q en la Marcha por la ciudadanía plena LGBT en 2015, están exhibidos junto con historias de poblaciones afro, comunidades campesinas y organizaciones de mujeres. Es la primera vez que en una sala del Museo Nacional de Colombia, los colores de la bandera LGBT brillan permanentemente en una vitrina. En la misma sala también se entrelazan historias relacionadas al conflicto armado y otros temas polémicos de la historia Colombiana que sin duda, refuerzan la idea del museo contemporáneo como un catalizador de conversaciones difíciles.
En tiempos cuando la discriminación y el lenguaje hostil son una realidad cotidiana para muchas personas, apuestas como la del Museo Nacional de Colombia que ahora integra historias de vida previamente marginadas no sólo constituye un giro positivo sino también, un ejemplo para otros escenarios culturales. En todo caso, lo que ha hecho el Museo Nacional de Colombia es resultado de muchas acciones previas, en otras galerías y museos, con el apoyo de entidades distritales y nacionales. Por ejemplo, además de los proyectos que ha realizado Museo Q, se han abierto por lo menos otras ocho exhibiciones relacionadas con la cultura queer entre 2016 y 2018, un contraste evidente frente a cuatro exhibiciones del mismo tema entre 2003 y 2011. Muestras en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, el Museo de Arte Moderno de Medellín o la reciente Feria ARTBO han permitido el paso para discutir y fomentar el diálogo sobre prácticas artísticas asociadas a poblaciones LGBT. Incluso, el Museo de la Memoria, que esperamos inicie construcción muy pronto, permitió la entrada de voces de mujeres trans en su primera exposición abierta en 2018, reconociendo que en Colombia, por lo menos en las artes y la cultura, empiezan a gestarse cambios para un futuro donde puedan exhibirse tod*s.
El gesto del Museo Nacional revela la incidencia que la sociedad civil está logrando en el Estado, generando lugares de visibilidad de poblaciones tradicionalmente excluidas en el museo más importante del país. No obstante, la vitrina del Museo Nacional debe manifestar la identidad que en las calles se edifica a diario. La construcción de una sociedad equitativa e igualitaria no se agota en las grandes entidades, se completa en la acción de cada persona, en la suma de cada esfuerzo.
Por tanto, considerando los últimos acontecimientos políticos, es importante que la nueva sala del Museo Nacional de Colombia no se convierta en un espacio de re-victimización, en la que por incidencia del Ministerio de Cultura o de otros actores, las nuevas colecciones LGBT sean retiradas. Las historias y memorias de personas LGBT son parte de Colombia y como tal, deben ser protegidas y celebradas por tod*s.
Arquitecto, museólogo y actualmente candidato doctoral en historia y teoría de la arquitectura.
Profesional en Estudios Literarios, con Maestría en Estudios de Cine y Teatro Argentino y Latinoamericano. Actualmente adelanta estudios de Doctorado.
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Diseñador de servicios para la innovación social, investigador en ciencias sociales y artista visual. Pregrados en Artes Visuales y en Comunicación. Maestría en Estudios Culturales.
Biólogo, profesor y magíster en ciencias biológicas enfocado en botánica.
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